miércoles, 29 de enero de 2014

Obedecer, aunque cueste, obedecer

El término obediencia (del Lat. ob audire = el que escucha), al igual que la acción de obedecer, indica el proceso que conduce de la escucha atenta a la acción, que puede ser puramente pasiva o exterior o, por el contrario, puede provocar una profunda actitud interna de respuesta.
Obedecer requisitos se realiza por medio de consecuentes acciones apropiadas u omisiones. Obedecer implica, en diverso grado, la subordinación de la voluntad a una autoridad, el acatamiento de una instrucción, el cumplimiento de una demanda o la abstención de algo que prohíbe.
La figura de la autoridad que merece obediencia puede ser, ante todo, una persona o una comunidad, pero también una idea convincente, una doctrina o una ideología y, en grado sumo, la propia conciencia y además, para los creyentes, Dios. Wikipedia

Muchos quieren conseguir cosas en la vida pero muy pocos son los que están dispuestos a sujetarse a una autoridad.

La autoridad es el nivel de influencia que tiene una persona sobre un colectivo. La autoridad también es el prestigio ganado por una persona u organización gracias a su calidad o a la competencia de cierta materia. La autoridad suele estar asociada al poder del estado. Los funcionarios estatales tienen la facultad de mandar y dar órdenes, que deben ser acatadas siempre que actúen con respecto a las leyes y normas vigentes. La autoridad por lo tanto es una forma de dominación ya que exige o pide la obediencia de los demás. Sin obediencia no existe la autoridad. Si seguimos la definición del Diccionario de la Lengua, la autoridad es: "Potestad, facultad. Poder que tiene una persona sobre otra que le está subordinada. Persona revestida de algún poder o mando." Wikipedia

Desde tiempos inmemorables la obediencia esta siempre sujeta a autoridad. Uno no puede obedecer a aquellos que no le agrega poder. El ejemplo por excelencia son los padres, ellos tienen a cargo el mando de nuestras vidas hasta convertirnos en adultos capaces. No es en vano que Dios sea Padre, Él nos dio a nuestros padres terrenales para demostrar su naturaleza: el amor. Cada vez que un padre ama a un hijo debe protegerlo, alimentarlo, vestirlo, enseñarle a vivir y disciplinarlo. Ellos son la primera autoridad que conocemos, por lo tanto siempre o debería decir casi siempre le obedecemos y si no lo hacemos, nos abstenemos a las consecuencias.
Así es Dios con nosotros, un padre, y uno muy bueno. Hablo de padres como sinónimo de obediencia y hablo de obediencia como sinónimo de humildad. Si quiere saber si una persona es humilde, vea si obedece, sobre todo a sus padres.
Una persona que no esta sujeta a autoridad es un rebelde porque no desea obedecer. Todos debemos estar bajo autoridad, es una escala descendente, donde la cima es Dios. Claro esta que una persona que no obedece a nadie en lo terrenal, tampoco obedecerá a Dios por más bueno e inocente que parezca.

En la biblia podemos observar que donde hay obediencia, hay bendición.
En Deuteronomio 28 podemos leer que la consecuencia de obedecer es bendición y la consecuencia de no hacerlo es maldición. Toda promesa está sujeta a obediencia, en la biblia y fuera de ella.
Veamos a Abraham, recibe la promesa de que va a ser padre de multitudes y él aún a su edad tardía no tiene ni un solo hijo. Cuando llega el tiempo, Abraham tiene su hijo Isaac y al parecer la promesa ya estaba cumplida pero no hubo obediencia en ella, la obediencia sucedió cuando él mismo tuvo que sacrificar a su único hijo. Abraham pudo negarse pero era hombre sujeto a autoridad (Dios) y sabía que si Él lo decía, él debía obedecer. Obedeció más allá de sus emociones, más allá de sus pensamientos, más allá del que dirán, Abraham se negó a si mismo, se humilló. Como consecuencia de esto, Dios le proveyó un carnero para sacrificar y cumplió su promesa de que Abraham sería padre de muchos.

Ahora veamos la historia de Jonás, él tuvo que llevar la palabra de Dios a Nínive pero se rehusó a hacerlo y se fue a Tarsis. Como consecuencia a su desobediencia el barco donde viajaba sufrió tempestades y los marineros que iban con él estaban desesperados porque iban a morir. Jonás, no pudo contenerse más y confesó que el estaba desobedeciendo a Dios, así que lo tiraron al mar y un gran pez se lo tragó. Todo éste hecho llevo a Jonás a Nínive, a hablar lo que tenia que hablar.
A veces nos mandan a realizar alguna actividad que no nos gusta y a raíz de eso, nosotros y todo el que está a nuestro alrededor, es perjudicado por nuestra desobediencia. Tarde o temprano, deberemos romper ese orgullo, hacernos humildes y realizar la tarea encomendada que decidimos negarnos a hacer.

Por último, veamos a Jesús, el Hijo de Dios, el segundo componente de la Santísima Trinidad. Jesús tenía una tarea que hacer, una que cualquiera de nosotros hubiese rechazado sin dudarlo pero Él la completó. Así dice la Biblia:


Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse. En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre, se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales.
Filipenses 2:6-8 (NTV)


¿Quién hubiese hecho lo que Jesús hizo?. Él obedeció absolutamente todo lo que el Padre le dijo que hiciese. Fue rechazado, golpeado y hasta clavado en una cruz, sin embargo, Él no se detuvo ahí sino que fue más allá, a cumplir su mandato.


Por lo tanto, Dios lo elevó al lugar de máximo honor  y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres para que, ante el nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra,
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y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para la gloria de Dios Padre.
Filipenses 2:9-11 (NTV)


Siempre que hay obediencia, hay prosperidad. Siempre que no hay obediencia, hay destrucción.
¿Por qué obedecemos sólo si son cosas que nos gustan hacer?. ¿Por qué tardamos tanto tiempo en hacer los mandados que nos han delegado?. ¿Qué hay de cuando Dios te llama a una labor, obedeces o haces "oídos sordos"?.
Cualquier ser humano que diga que obedece a Dios y no hay amor en él, es pura publicidad. Sin amor (Dios) no podemos llegar a obedecer a nadie porque para hacerlo hay que sujetarnos a las autoridades y para hacerlo debemos ser mansos y humildes de corazón.
A veces la autoridad que tenemos al frente no nos simpatiza por sus actitudes o porque no lo consideras una autoridad pero si somos verdaderos cristianos, debemos obedecer. Hay que orar para que esa autoridad cambie o Dios la cambie por otra pero mientras tantos hay que obedecer.
Obedecer en muchas ocasiones no es para nada sencillo pero como Pablo le dijo a Tito:


A los hermanos de la iglesia , recuérdales que deben obedecer a los gobernantes y a las autoridades del país. Recuérdales también que deben ser obedientes en todo y estar siempre dispuestos a hacer el bien. No deben hablar mal de nadie, ni discutir. Deben ser amables con todos y mostrar humildad en su trato con los demás. Antes, nosotros mismos éramos ignorantes y desobedientes, y andábamos perdidos. 
Tito 3:1-3 (a) (TLA)




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