lunes, 21 de octubre de 2013

Yo confío en Dios

Todo comenzó cuando subi al colectivo y perdí el boleto (comprobante). Sentado en el asiento cercano a la puerta de descenso, mi cabeza era un cóctel de pensamientos de dudas e inseguridades. Buscaba con la mirada a dónde podría haberse caído mi boleto pero no lo encontré. La ansiedad aumentaba cada vez más y más, ¿qué pasaría si subiese el inspector a controlar los boletos y yo no tuviese el mío?, ¿debería abonar el pasaje otra vez?, ¿y si no me quedaba más saldo para otro pasaje?.
Muchos pensamientos me carcomían la mente, nunca antes había perdido el comprobante, ésta era la primera vez que me sentía desprotegido, preocupado, con miedo y nervios. Lo único que deseaba era que el inspector no subiese al bus.

Mientras la tensión aumentaba con cada parada a la espera de que el inspector no subiese, intenté poner mi confianza en Dios y no permitir que mis pensamientos me desenfoquen. Creer que un hombre va a subir y pedirte el boleto, a creer que no lo hará, deberían ser 50% de probabilidades para cada uno pero en los momentos de presión y debería decir de desesperación, las probabilidades no existen para la lógica. Era algo así como 99,99% que subiría el inspector y 0,01% que no lo haría.
Cuando uno cumple todo el tiempo con la ley no siente preocupación alguna, ya que sabe que nada malo ha hecho. Me sentía perseguido. Intentaba creer que Dios me respaldaría porque era la primera vez que no cumplía, creía que Él tendría misericordia de mi y ese inspector no aparecería o que misteriosamente el boleto lo haría.
Siempre he oído y también leído  sobre la confianza en Dios. Cuando todo va bien, es muy sencillo practicarla pero cuando estás en aprietos...

La falta de pasar tiempo con alguien te hace dudar de ésa persona porque no la conoces realmente como es. No sabes si tiene buenas intenciones. Podría ser un hipócrita o traidor. Cuando uno pasa tiempo con Dios, aprende a conocerlo,  no por lo que te hayan dicho en una reunión o en algún sermón, sino a conocerlo personalmente. Saber que le gusta y que no, conocer sus cualidades y una de las cosas más grande, la confianza.
Abraham conoció a Dios y le llegó a creer tanto que sacrificaría a su hijo ciegamente porque él sabía quién era Dios. Era tal su confianza que pensaba que si su hijo Isaac muriese, Dios lo resucitaría.
Es una cuestión de fe, es creer que aunque no lo puedas ver, Dios lo puede hacer.

Conclusión, me sentí totalmente avergonzado al descender del colectivo y no haber podido pasar esa prueba de la confianza en Él. El inspector nunca subió al colectivo. Al llegar a mi casa meditaba en todo lo ocurrido y se me vino a la mente la vida de Abraham, que fue lo que acabo de contar. Me puse reflexivo y metí mi mano en el bolsillo trasero de mi pantalón, para que con sorpresa encontrase el boleto que yo había perdido. Sí, el boleto estaba ahí, no sé cómo pero apareció ahi. Tremendo malestar pase en ése autobús porque de pasar a ser 30 minutos de viaje, los viví como si hubiesen sido horas.
He aprendido a confiar en Dios, lo que parece una agonía, con Él es sólo paz. Quizás es un ejemplo un poco "tonto" pero créanme, ésa pequeña lección me ayudó un montón y ahora que otra opción me queda, si no la de confiar en Dios. Si su fidelidad está en pequeñas cosas, como no me voy a atrever a creer en cosas más grandes.

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