jueves, 14 de noviembre de 2013

Déje que Dios lo entrene

Dios siempre siembra semillas (sueños, promesas) en la gente. Voy a contarles tres historias sobre gente con promesas y como lograron cumplirlas.
Para poder darle un hijo a Abraham, Dios probó su carácter. Se alejo de su tierra y de sus parientes, en Egipto casi lo matan por decir que su esposa era su hermana, tuvo que salvar a su sobrino de la guerra, veinticinco años pasaron y finalmente Dios cumplió su promesa. Si el carácter de Abraham no fue formado en ese tiempo, ¿qué le hizo creer, cuando Dios le pidió sacrificar a Isaac, que su hijo viviría?. Abraham obedeció ciegamente y sin dudarlo fue a sacrificar a su hijo aunque luego Dios le dijo que no lo hiciera.
Jacob tuvo que pelear toda su vida. Desde el vientre con su hermano, luego huir de su casa para que su hermano no lo matara, llegar a la casa de su tío, trabajar allí catorce años para tener un hijo con la mujer que amaba y cuando quiso formar una familia con ella (Raquel) resultó que era estéril. Finalmente, luego de años, Jacob tuvo un hijo con Raquel y éste niño (José) se convirtió en el proveedor del mundo.
José desde joven tuvo unos sueños increíbles donde él se convertía en una autoridad y gobernaba sobre su familia. Para que José llegase a ser el gobernador, fue vendido como esclavo por sus propios hermanos, al llegar a la casa de su amo (el que lo había comprado) tiene que combatir con la mujer de éste porque quería tener relaciones sexuales con él, tras el escándalo es llevado a la cárcel, allí nadie se acuerda de él, ni si quiera el copero del faraón que él mismo ayudo, hasta que finalmente se cumplió su promesa. Trece años pasaron entre su venta como esclavo y ser gobernador de Egipto y proveedor del mundo.
Dios siempre pone a prueba y forma el carácter de las personas, si no lo hiciese, no soportarían el futuro y lugar de gloria que Él les quiere dar. Muchas veces la gente se desespera y quiere todo en el momento. "Ahora", "Ya", "Instantáneo", "Rápido", "Fácil", suelen ser las palabras que uno escucha pero como observamos en éstas tres historias, para que algo de lo que Dios prometió se cumpla, se necesita Tiempo. ¿Cuánto tiempo?, te preguntarás, bueno, eso depende de tu promesa y de tu esfuerzo por conocer más a Dios. El hecho de que tengas una promesa no significa que no debes obedecer ni hablar con Dios porque podrás tener las promesas más extraordinarias pero sólo eres un artefacto y Dios tiene el manual de instrucciones. Sin el Señor, no servimos. Una persona sin carácter probado por Dios no llega a ningún lado. Es como poner a una persona sensible a trabajar en una morgue. No duraría ni una hora allí. Todas las dificultades que pasamos sirven para formar nuestro carácter. Necesitas un carácter. Déjate moldear por Dios. Quizás para nosotros veinticinco años es mucho tiempo pero para el Señor un día son mil años, entonces veinticinco años para Él son treinta y seis minutos aproximadamente. Los tiempos de Dios no son los mismos que los nuestros, Él vive en la eternidad. Así que si estás molesto porque una palabra te fue sembrada hace tiempo y aún no se cumple, deberías preocuparte menos y confiar en Dios. La confianza en el Señor es parte fundamental del carácter. Sigue creyendo, sigue superando las dificultades, sigue enfocándote en Dios y Él va a formar tu carácter como Abraham, Jacob, José y otros tantos pero no a tu tiempo, Él sabe cuando estás listo para llevar a cabo tu labor, no intentes acelerar los tiempos pues la vida es una carrera que exige resistencia; Hebreos 12:1 (TLA)

Quiere cumplir sus sueños, déje que Dios lo entrene.

Hasta llegar el momento de cumplir sus sueños, el Señor puso a prueba el carácter de José.
               Salmo 105:19 (NTV)

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