sábado, 23 de febrero de 2013

Intentando sobresalir

Llamar la atención demuestra que hay una falta de afecto en un individuo. Necesita sobresalir, decir : "Hey no me rechacen, yo puedo estar en su grupo". Intentando agradar a los pares que consideramos los adecuados para nosotros perdemos nuestra perspectiva de vida o al menos la ocultamos por un tiempo. Siempre que necesitamos que los demas nos valoren llamamos la atención, por ejemplo, riéndonos, hablando en voz muy alta, contando chistes, contado chismes, mintiendo, faltando el respeto a la autoridad y otras tantas demostraciones de querer ser observado por uno o por todos.
Perder nuestra perspectiva de vida produce que nos rebelemos o cambiemos nuestras costumbres, hábitos y pensamientos. El ejemplo por excelencia es la adolescencia, una etapa donde necesitamos descubrir quienes somos y en ese trayecto lo primero que uno quiere es agradar a todos. Cambiamos nuestro vocabulario, contestamos mal y nos creemos que nos la sabemos todas para ser aceptados en un grupo "cool". Cuando uno necesita que lo observen y lo quieran puede ir en contra de sus principios. No interesa cual sea la clase de situación que tengamos que atravesar, lo haremos sin problemas con tal de que alguien nos aplauda o halague. Poner nuestra felicidad en manos de los demás no es la mejor opción. La gente es muy cambiante, hoy te aplauden, te elevan a la felicidad máxima y mañana te destruyen.
La vida de un llamador de atención es siempre triste. Cuando cree que ya es aceptado por un grupo necesita seguir creciendo en sus actuaciones para caerle mejor a los amigos y conocidos del grupo. No basta con ser integrado siempre van por un marco mayor de gente que afectar. Nunca termina de conocerse a si mismo ya que siempre esta mudando su personalidad cuando varía de grupo. Algo peor es cuando esa etapa de adolescencia termina y siguen hacien lo mismo en adultos.
Hay un grupo de gente que llaman la atención de manera diferente, éstos  no pierden su esencia. Se comportan de la misma manera, solo mudan su exterior, su vestimenta una sola vez. Esa clase de gente mantiene sus principios y conoce lo que significan los límites. Llaman la atención siendo ellos mismos y no alejarían su "yo real" de ellos para ser aceptado.
En un mundo donde solo importa la apariencia, éstos son rechazados porque tienen la vestimenta del cielo. Son luces en medio de tinieblas, no venden sus principios por un poco de popularidad momentánea. Están revestidos de santidad y saben que la unica manera de ser aceptados es demostrando esa diferencia, en no mudar en cada grupo sino que son ellos los que mudan al grupo. Llamar la atención de la manera correcta y no vendiéndose al grupo que mejor te haga perder la dignidad, eso es digno de elogiar.
Si vamos a llamar la atención que sea por lo que somos y no por lo que quieran que seamos. El amor de Dios te da tu identidad, echa fuera todo rechazo y falta de amor que viene desde la niñez. No necesitas agradar a todos, si agradas solamente al Único vas a sentir la plena convicción de que no hace falta más y vas a querer llamar su atención con buenas acciones, dichos y pensamientos.
No pierdas tu esencia, no pierdas tus valores, no te extravies.

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